No sé a vosotras, pero a mí hay noticias que me dejan con la ceja levantada. Esta semana, mientras repasaba las últimas novedades tecnológicas con mi café de la mañana, me encontré con una de esas: Perplexity, una startup de inteligencia artificial, ha puesto sobre la mesa 34.500 millones de dólares para comprar Google Chrome. Sí, sí, has oido bien, el navegador que usamos cada día para todo: desde buscar recetas hasta hacer trámites oficiales.
A ver, seamos realistas: es muy improbable que Google acepte. Pero no es eso lo que me interesa. Con lo que me estalla la cabeza es con el gesto. Porque aquí no estamos hablando solo de comprar un navegador (el más grande), sino de decirle al mundo: “podemos jugar en tu liga”. Y esa actitud, en un sector dominado por gigantes, vale oro.
Un órdago en plena era de la IA
He visto de cerca cómo la IA ha pasado de ser un experimento en laboratorios a convertirse en una herramienta cotidiana. Cuando empecé a trabajar con modelos como OpenAi o Perplexity, lo hacía para pruebas internas, pequeñas (o no tan pequeñas) automatizaciones… Hoy son la puerta de entrada a la información para millones de personas. Y ahí está la clave: controlar el acceso significa controlar el negocio. Y hasta ahora, la puerta de entrada era de Google (ya sea por el buscador o por el navegador).
En marketing digital ya lo notamos. Cada vez más búsquedas que antes terminaban en Google ahora se resuelven directamente en una conversación con una IA. El SEO clásico (ese arte de hacer que aparezcas antes en la lista que te da Google), tal y como lo conocíamos, está mutando. Por ejemplo mi sobrina usa Perplexity, ya no usa Google. Y si controlas el navegador, controlas también esa transición.
¿Y qué tiene que ver esto con Euskadi?
Más de lo que parece. En el último año he tenido la suerte de ver y trabajar con empresas y startups aquí que no se arrugan ante los retos. Y tenemos algunos ejemplos:
Veo un patrón: donde otros ven riesgo, ellos ven oportunidad. Y eso, en un mundo que cambia tan rápido, es exactamente la mentalidad que necesitamos.
Lo que me llevo de esta historia
No es que Euskadi vaya a comprar Google Chrome, claro. Es que podemos aprender de la jugada de Perplexity: no hace falta ser el más grande para hacer ruido y mover el tablero. Hace falta visión, valentía y una historia que contar.
En mis años trabajando con innovación y marketing, he visto empresas vascas ganar mercados no porque tuvieran el mayor presupuesto, sino porque supieron moverse antes, detectar el hueco y apostar fuerte. Y en la era de la IA, ese atreverse vale más que nunca.
Porque si algo nos enseña esta oferta imposible es que, en el juego de la innovación, a veces la jugada más potente es la que nadie espera.
TOFU es una fase en la estrategia de marketing que se centra en atraer y crear conciencia entre una audiencia amplia y diversa. En esta etapa, las empresas buscan captar la atención de personas que aún no están familiarizadas con su marca o producto.
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