TikTok se ha convertido en un fenómeno que trasciende su origen como una red social para adolescentes que compartían coreografías y retos virales. En 2024, pasó de ser una plataforma de entretenimiento a ocupar el centro de debates sobre ciberseguridad, manipulación de la información y libertad de expresión. Este cambio de narrativa ha provocado medidas drásticas en algunos países, como la reciente prohibición de TikTok en Albania.
La decisión del gobierno albanés llegó tras un incidente trágico en Tirana: un adolescente de 14 años perdió la vida y otros dos resultaron heridos en una pelea originada en redes sociales. Este veto, que se extenderá al menos por un año, marca un precedente en Europa, ya que es la primera vez que un país del continente toma una medida de esta magnitud contra TikTok. Pero Albania no es el único lugar en el mundo donde la plataforma ha enfrentado restricciones.
El primer bloqueo significativo de TikTok ocurrió en India en 2020. Tras un conflicto fronterizo con China que dejó al menos 20 soldados muertos, el gobierno indio prohibió TikTok junto con otras 60 aplicaciones, alegando motivos de seguridad nacional. Desde entonces, Pakistán y Afganistán han aplicado restricciones similares, justificando las medidas en la difusión de contenido “inmoral” o “indecente”.
En Albania, el primer ministro Edi Rama justificó la decisión señalando diferencias en el contenido que TikTok muestra dentro y fuera de China. Según Rama, mientras que en su versión china, Douyin, la plataforma fomenta contenido educativo y constructivo, TikTok en el resto del mundo se enfoca en entretenimiento vacío y potencialmente peligroso.
Sin embargo, expertos como Adrián Díaz Marro, que lleva años trabajando en China, señalan que tanto Douyin como TikTok comparten el mismo objetivo: captar la atención de sus usuarios para generar ingresos. Lo mencionó en un vídeo que ya no es visible de su canal de Youtube. El contenido que se muestra depende, en última instancia, de los hábitos de consumo de quienes utilizan la plataforma.
TikTok revolucionó el mercado tras la adquisición de Musical.ly en 2017. ByteDance, su empresa matriz, integró el avanzado algoritmo de Douyin, que aprende rápidamente de los hábitos de los usuarios y ofrece contenido personalizado sin necesidad de seguir cuentas o establecer intereses manualmente. La rapidez con la que este algoritmo se adapta a las preferencias es lo que ha convertido a TikTok en una máquina de retención de atención sin precedentes.
Esta capacidad para mantener a los usuarios enganchados no solo ha posicionado a TikTok como líder en entretenimiento, sino también como un actor influyente en la política global. Un ejemplo reciente es el caso de Rumanía, donde las elecciones presidenciales de 2024 fueron anuladas tras sospechas de manipulación a través de TikTok.
En Rumanía, el candidato Călin Georgescu logró un sorprendente éxito en las elecciones gracias a su estrategia en TikTok. Con mensajes simples y emocionales, adaptados a la dinámica superficial de la red, consiguió captar la atención de un segmento demográfico crucial: votantes de entre 45 y 64 años. Su éxito, sin embargo, generó sospechas de manipulación electoral y posible injerencia extranjera, lo que llevó a la Comisión Europea a investigar si TikTok actuó con la debida diligencia para evitar estos riesgos.
La Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea exige a las plataformas digitales analizar y mitigar riesgos sistémicos como la interferencia electoral. Bruselas sospecha que TikTok podría haber incumplido estas obligaciones, abriendo la puerta a posibles restricciones más severas.
En abril de 2024, TikTok lanzó un programa de recompensas en España y Francia que pagaba a los usuarios por ver vídeos. Aunque la iniciativa buscaba aumentar el tiempo de uso, la Comisión Europea intervino, argumentando que este modelo incentivaba comportamientos adictivos, especialmente entre menores. Thierry Breton, comisario europeo, afirmó: “El tiempo mental disponible de los jóvenes europeos no es una moneda de cambio para las redes sociales.”
Además, TikTok ha enfrentado críticas por la gestión de datos personales. En Estados Unidos, ByteDance está obligada a vender TikTok antes del 19 de enero de 2025 para evitar un veto total en el país. Esta medida responde a temores de que el gobierno chino pueda usar la plataforma para recolectar información o influir en la política estadounidense. Curiosamente, Donald Trump, ahora presidente electo, ha cambiado su postura inicial y defiende a TikTok como un contrapeso frente al poder de Meta.
Con antecedentes como los de India, Albania y Estados Unidos, la posibilidad de que la Unión Europea considere un bloqueo total a TikTok no parece descabellada. El dilema, sin embargo, va más allá de esta plataforma: plantea preguntas fundamentales sobre soberanía tecnológica, alfabetización digital y los límites entre seguridad y libertad.
La UE ya ha tomado medidas restrictivas, como prohibir a sus empleados instalar TikTok en dispositivos oficiales. Si las investigaciones actuales confirman que la plataforma representa un riesgo para la seguridad, es posible que estas restricciones se extiendan a nivel general.
TikTok simboliza el poder de la tecnología para moldear discursos, influir en elecciones y captar nuestra atención. Pero también evidencia las tensiones entre libertad, seguridad y control en un mundo cada vez más digitalizado. La pregunta clave no es si TikTok debe ser bloqueado, sino qué tipo de sociedad queremos construir y cómo equilibramos la innovación tecnológica con los derechos fundamentales.
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